Ayuda
Buscar
Acceso
Crear cuenta
Legado de foros - Lista de Foros > Poemas y Frases

tristeza que vuelve

2010-05-18 23:59:52
tristeza que vuelve
Por Marabel
Las tristezas Vienen como las olas del mar
lo que ya empesaba a olvidar vuelve y me llena de dolor
mi alma se desangra
no sabe el daño que provoca en mi
quiero poder sacar mi corazon
no quiero sentir mas amor
el amor duele demasiado
no creo nunca poder ser feliz
talves no existe esa persona para mi
estoy tan triste
que creo que me marchito
de mis sonrisas se quieren escapar lagrimas
de triste que mi alma se encuentra
2010-05-19 00:12:40
Re: hola maribel
Por richard7
hola linda que poesia triste es un poema que publicas o es un sentimiento propio espero que no te dejo algo espero te guste .

La princesa está triste

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave sonoro,

y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.



El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.

Parlanchina, la dueña dice cosas banales,

y vestido de rojo piruetea el bufón.

La princesa no ríe, la princesa no siente;

la princesa persigue por el cielo de Oriente

la libélula vaga de una vaga ilusión.



¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,

o en el que ha detenido su carroza argentina

para ver de sus ojos la dulzura de luz,

o en el rey de las islas de las Rosas fragantes,

o en el que es soberano de los claros diamantes,

o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?



¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar;

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

saludar a los lirios con los versos de Mayo,

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.



Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,

ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,

ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

Y están tristes las flores por la flor de la corte,

los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte

de Occidente las dalias y las rosas del Sur.



¡Pobrecita princesa de los ojos azules!

Está presa en sus oros, está presa en sus tules

en la jaula de mármol del palacio real;

el palacio soberbio que vigilan los guardas,

que custodian cien negros con sus cien alabardas,

un lebrel que no duerme y un dragón colosal.



¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

(La princesa está triste. La princesa está pálida.)

¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!

¡Quién volara a la sierra donde un príncipe existe

(La princesa está pálida. La princesa está triste.)

más brillante que el alba, más hermoso que Abril!



«Calla, calla, princesa, dice el hada madrina,

en caballo con alas, hacia acá se encamina,

en el cinto la espada y en la mano el azor,

el feliz caballero que te adora sin verte,

y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,

a encenderte los labios con su beso de amor.»
La princesa está triste

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave sonoro,

y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.



El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.

Parlanchina, la dueña dice cosas banales,

y vestido de rojo piruetea el bufón.

La princesa no ríe, la princesa no siente;

la princesa persigue por el cielo de Oriente

la libélula vaga de una vaga ilusión.



¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,

o en el que ha detenido su carroza argentina

para ver de sus ojos la dulzura de luz,

o en el rey de las islas de las Rosas fragantes,

o en el que es soberano de los claros diamantes,

o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?



¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar;

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

saludar a los lirios con los versos de Mayo,

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.



Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,

ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,

ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

Y están tristes las flores por la flor de la corte,

los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte

de Occidente las dalias y las rosas del Sur.



¡Pobrecita princesa de los ojos azules!

Está presa en sus oros, está presa en sus tules

en la jaula de mármol del palacio real;

el palacio soberbio que vigilan los guardas,

que custodian cien negros con sus cien alabardas,

un lebrel que no duerme y un dragón colosal.



¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

(La princesa está triste. La princesa está pálida.)

¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!

¡Quién volara a la sierra donde un príncipe existe

(La princesa está pálida. La princesa está triste.)

más brillante que el alba, más hermoso que Abril!



«Calla, calla, princesa, dice el hada madrina,

en caballo con alas, hacia acá se encamina,

en el cinto la espada y en la mano el azor,

el feliz caballero que te adora sin verte,

y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,

a encenderte los labios con su beso de amor.»
La princesa está triste

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave sonoro,

y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.



El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.

Parlanchina, la dueña dice cosas banales,

y vestido de rojo piruetea el bufón.

La princesa no ríe, la princesa no siente;

la princesa persigue por el cielo de Oriente

la libélula vaga de una vaga ilusión.



¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,

o en el que ha detenido su carroza argentina

para ver de sus ojos la dulzura de luz,

o en el rey de las islas de las Rosas fragantes,

o en el que es soberano de los claros diamantes,

o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?



¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar;

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

saludar a los lirios con los versos de Mayo,

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.



Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,

ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,

ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

Y están tristes las flores por la flor de la corte,

los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte

de Occidente las dalias y las rosas del Sur.



¡Pobrecita princesa de los ojos azules!

Está presa en sus oros, está presa en sus tules

en la jaula de mármol del palacio real;

el palacio soberbio que vigilan los guardas,

que custodian cien negros con sus cien alabardas,

un lebrel que no duerme y un dragón colosal.



¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

(La princesa está triste. La princesa está pálida.)

¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!

¡Quién volara a la sierra donde un príncipe existe

(La princesa está pálida. La princesa está triste.)

más brillante que el alba, más hermoso que Abril!



«Calla, calla, princesa, dice el hada madrina,

en caballo con alas, hacia acá se encamina,

en el cinto la espada y en la mano el azor,

el feliz caballero que te adora sin verte,

y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,

a encenderte los labios con su beso de amor.»
ruben dario
besos richard7
2010-05-19 22:59:45
Re:
Por Marabel
lo que escribi es por que lo siento, me encanto tu poema es hermoso gracias por compartirlo, tu lo escribiste?????
2010-05-20 01:26:01
Re: hola
Por richard7
sos muy jovencita para estar triste asi tenes toda la luz y energia , no linda la busque algo especial para que te llegara gustar bueno un beso